domingo, 20 de abril de 2008

90 AÑOS VIVIDOS…


Descansa en paz papá Polito…

Por Cristina Medina

Hace ya más de una hora que nos dieron el aviso, papá Polito se fue, está descansando, esto después de que le diagnosticaran cáncer en la garganta, pero que desgraciadamente ya había hecho metástasis.


Parecen ahora lejanos los días en los que tras visitar a los abuelos paternos –mamá Petrita y papá Polito-, después de las pláticas, charras que contaba; procedía con su típico ritual; sacar su acordeón para cantarle a los nietos recién llegados “Sonora querida”, “Volaron los pájaros verdad Don Juan”, “Las Mañanitas” y otras más.


Este ritual continúo y creo que al menos a todos los nietos nos tocó en algún momento escuchar las melodías y siempre nos causaba risa, porque era su objetivo principal, animarnos.


Preguntaba de todo y contaba de todo; él era amigo de todos, aunque quizás solo hubiera conocido de alguna persona de nombre; pero el sólo hecho de que se mencionara a alguien, significaba que era una sujeto con quien tenía una gran amistad.


Le apodaban “El Coyote”, en sus tiempos de pescador, que le permitió llegar a Capitán de barco; en una ocasión volando precisamente de Mazatlán a Los Cabos, tocó la casualidad que a mi costado viniera un señor, propietario de flotas pesqueras de Sonora y entre la plática que surgió comenté que precisamente mi abuelito alguna vez había sido pescador y que le apodaban “El Coyote”…el señor dijo acordarse de él, sobre todo porque papá Polito era buenísimo para maniobrar los barcos, meterse en las bahías sacar muy buena pesca y salir airoso; es decir, los dotes de pescador hicieron que le apodaran de esa forma, según me explicó este señor.


Las historias de parte de papá Polito eran como la “Historia Sin Fin”; pero la que más recuerdo, porque era la que más contaba, fue de cuando por andar pescando en mares de por allá lejos, lejos, lo detuvieron en una cárcel de Kuwait, en donde estuvo por más de 6 meses y sufrió torturas; no hubo revuelo por parte de cancillerías, eso pasó y sólo el y la familia vieron los estragos que causo ese rapto; finalmente lo liberaron y fue deportado de nuevo a México.


Conocía perfectamente sobre las mareas, el efecto de la luna, todo de forma empírica; si la luna a su alrededor tenía un aro blanco, significaba desgracias naturales; si por el contrario le aparecía un aro rojizo, eran males como enfermedades.


Sabía algunas palabras en Yaqui y siempre su intención o deseo profundo fue el de volver a embarcarse, pero su condición física no daba para más; más que nada su edad.


Amante del béisbol, mencionaba que alguna vez en su juventud trató de ser “pelotero”, pero le ganó el amor al mar o quizás fue más fácil para él seguir ese camino.


El verlo platicar con mamá Petrita era un deleite, porque siempre salía regañado por alguna cosa, sobre todo porque contaba anécdotas y su gran compañera siempre le decía “No es cierto Polo, así no fue” o si salía a algún mandado, pues siempre se tardaba.


Me enseñó a tejer tarrayas, arte que también en parte una vez retirado de la pesca le permitía cierta cercanía con la actividad que por años había llevado; cómo preparar el plomo; también me enseñó a echar la tarraya para cuando fuera a pescar; era típico que justo al estar la plática a todo lo que daba entre tías, tíos, los gritos de los nietos, a papá Polito era fácil verlo en un lugar donde llegara luz solar, tejiendo, cortando; preparando tarrayas para vender.


Le gustaba ir al muelle, en Mazatlán, creo que en su interior con el deseo de que lo invitaran a embarcarse, él decía que aunque fuera de “pavo”, pero nunca pudo regresar a la mar; esa mar que él contaba a veces se enardecía al grado de que las embarcaciones quedaban completamente a su merced, como pequeños juguetes perdidos entre inmensas olas y ahí entraba, para sobrevivir, la pericia del Capitán.


90 años vividos, finalmente va a encontrarse con mamá Petrita; quizás ahora si pueda embarcarse y ella será su eterna compañera de viaje; descansa en paz papá Polito…desde acá te recordamos

“Volaron los pájaros verdad Don Juan
Carraucaucau”…(bis)

“Sonora querida tierra consentida
De dicha y placer, extraño tu suelo
Y cifro mi anhelo por volverte a ver…”

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